Ambigüedad (2/9/15)
Una vez más el silencio se adueña de mis palabras,
Camino aturdida por las huellas de mi pasado y las migajas de mi futuro.
Veo que no soy la única que todo lo desconoce, “la desconcertada” (porque hay daños colaterales en la forma de obrar que tenemos y a veces en la que omitimos).
Somos un todo místico perdido, dañado y en proceso de reconstrucción.
Las veces en que somos demolidos y reconstruidos (más por nosotros mismos que por lo demás) tiene valor,
Porque ahí en ese mismísimo instante corremos a ser nuestros dueños….
Hoy desde mi cobardía el callar engrandece,
Pero desde mi moralidad estoy más que dañada.
Me siento tóxica porque me ven así (pero es mi punto de vista) si por mis emociones carentes de afecto y embellecidas por el orgullo y la decadente pasión de mi sentir, voy a ser tildada de “monstruo” pues lo prefiero a disfrazarme, seré un ángel negro.
Si la impunidad de mi pluma (entiéndase tecla en esta era tecnológica) no brinda justicia y si mi silencio (que engrandece el alma) me daña o daña a los demás moralmente, entonces ¿Qué tendrá valor?
Si obrando como una fiel arquitecta de mi misma cumplo con tener la llamada “conciencia tranquila” pero me pierdo y voy cada vez más cerca de la hostilidad ¿Qué me quedará? El vacío de sentir mucho o poco, de callar a tiempo o de hablar de más.
Y así por un simple pensar (o no), haríamos la diferencia sobre ese hecho.
Su marca podría darnos gloria o inseguridad pero nunca, nunca nos daría un silencio.
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