VOCES REFLEXIVAS
Voces Reflexivas
Simioni, Mayra
Índice
VOCES REFLEXIVAS
-“Pasado el año 1940 nos encontramos con
un cambio en la tradicional agonía del fraude electivo, nos inclinamos a ser
unos eruditos marchando a la inclusión y al cambio radical en la sociedad. Tal
vez está vez estemos bien encaminados y lleguemos a alcanzarlo; yo por mi parte
dejaré crónica de todo lo que mis sentidos perciban para que ustedes concluyan
basados en ellos y sus conocimientos sobre la realidad de los hechos”-.
Así comenzaba su relato el joven Damián
Ruiz Díaz de 22 años, muchacho trigueño de ojos marrones, piel tostada y obrero
de profesión (para pagarse la continuidad de sus estudios) cuerpo atlético, alto y con
una mirada que refleja firmeza, sinceridad, orgullo y humildad a la vez. Hijo
de la señora Mercedes Ramírez y el señor Lorenzo Ruiz Díaz. Familia de clase
media con descendencia española de parte de la madre (pero sin anhelos de volver
a sus raíces), unidos desde hace 30 años con gran respeto y amor uno por el
otro; una de esas familias conocedoras de las escrituras sagradas que viven
felices en lo poco y en lo mucho, siempre con honradez.
-“Íbamos libres por la vida cuando nos
encontramos llenos de esperanzas rotas porque el destino ya había jugado con
nuestras vidas y tirado los dardos a la ligera en lo que seguía”- decía Mario
el almacenero de la esquina, siempre recuerdo sus frases por ser un hombre tan
simple y lleno de palabras sabias. En la antigüedad se escuchaba a los ancianos
porque sus canas indicaban el aprendizaje de los años vividos, dolores pasados,
rencores olvidados, amores y odios que terminaban en perdón o en pérdidas. Con
mis 22 años pase en parte por esas cosas y sé que aún más cosas me quedan por
vivir; por ahora reflexiono de la vida de los demás, los errores de sus pasados
pueden apreciarse en el punto en que confiesan que ahí; justo en ese mismísimo
momento lo perdieron todo o desviaron las ganas de superarse y hasta de vivir,
lo fácil que es alejarte de tus sueños y el miedo que todos alguna vez
sentimos… En fin les compartiré de estas historias porque me temo que cada
persona cree tener su infierno propio y desfallece en vida rindiéndose, cosa
que estas personas también hicieron pero quiero compartirles el punto exacto
del cambio; así como en “Las mil y una noches” dejaba una moraleja, algo
similar a través de las experiencias ajenas.
Orgullo y arraigo
Comenzaré contándoles de Paula una joven
esbelta que estudia y pasa casi todos
los días por mi vereda, dobla en la cuadra de la esquina toma el transporte
público y se pierde entre la gente huyendo de mis ojos. Pocas veces hable con ella hasta ese 26 de
Julio, en que la encuentro para mi sorpresa sin su bella sonrisa, con los ojos
enjuagados en lágrimas que corrían como el más hermoso mar sobre sus mejillas. -¿Te
parece lógico creer en la inmortalidad?- Me dijo ella.
-¿No sos joven para preocuparte por la
muerte? -Le respondí y formo una leve sonrisa en su cara, seco sus lágrimas con
un pañuelo que le di y me dijo -“No es mi muerte la que me preocupa, sino como
hice sentir a los demás antes de que mueran, Imagínate – continuo ella- si
fuéramos seres inmortales en algún momento todos encontraríamos la paz, porque un
día nuestra pelea diaria cesaría con una respuesta; la gente debería vagar por
la vida haciendo todo lo que este a su alcance con todo el tiempo del mundo….Por
cierto me llamo Paula González”- agrego.
Con estas palabras que mi querida Paula
había dicho solo quede reflexionando sobre ¿Qué la llevaría a querer un mundo así con
inmortales?, ¿porqué creía que sería todo solucionado a la larga o la corta? y
demás dudas que ustedes también tendrán. En medio del silencio de mi reflexión sentado
sobre la banqueta de la plaza de mi barrio, ella me interrumpe- “¿Vos sos
Damián no?”-.
–Si (le
digo yo) ¿Cómo sabias? -.
- “Porque de chica me acuerdo que mi
mamá era muy amiga de la tuya y siempre que vengo a verla me cuenta cómo eran
de jóvenes y de cómo ustedes son una de las mejores familias del barrio.
Mi mamá es la señora Clara, siempre paso
por tu vereda para verla; ella me tuvo a una edad avanzada y después enviudo, como quería que estudie y que no me pase encerrada cuidándola de su diabetes le
pago a una enfermera pero igual vengo casi todos los días, no me quedo por mi
trabajo”-.
-Si conozco a tu mamá, siempre me
llevaba caramelos de la fábrica donde trabajaba tu viejo-. En medio de lo iba
diciendo caigo en cuenta de que ella dijo “enviudo” por ende su papá había
muerto y yo se lo nombraba como si nada, me sentí un idiota mientras ella
volvía a llorar, obviamente llora por su padre me dije y la abrace.
Ella me miro y dijo –“mi papá sufría del
corazón, yo lo sabía y no me medí…”decía con voz acongojada y entrecortada.
Ese
“no me medí” me adelanto un poco lo sucedido, lloraba no solo por la
muerte de su padre, sino por creerse culpable de la misma.
-“Yo estaba juntando plata para irme a
estudiar al extranjero, a él no le agradaba la idea y siempre decía que le
quedaba poco tiempo y yo debería ocuparme de mamá cuando el no este, yo siempre
me molestaba con eso pensando en vivir mis sueños y no tener que depender de
nadie. El día antes de su fallecimiento le mostré mi boleto y le dije toda
clase de cosas hirientes de niña egoísta y orgullosa, por pura vanidad
ridiculice su trabajo y todo el esfuerzo que empeñaron para nuestra casa y mis
estudios, por mi capricho papá se alteró más de la cuenta él se descompensaba
delante de mis ojos y yo seguía siega de ambición por lo que esperaba y solo le
decía que deje de actuar.
Hasta que cayó y me di cuenta que su
dolor era muy fuerte (aunque se que más le habían dolido mis palabras), molesta igual
lo lleve al médico y quedo internado ni siquiera pregunte el estado y me fui
colérica sin volver hasta que pasaron dos días. A veces sentía ganas de llamar
a mamá pero sabía o por los menos creía saber que él se repondría como siempre
y estaría otra vez diciéndome que me quede acá y todo lo que le debo. Cuando
volví mis dos hermanos mayores me dijeron que papá había muerto y que mamá
estaba peor de su diabetes-.
-Al volver sentía que le había fallado y pensaba en
disculparme y decirle que solo quería más independencia que sabía cómo se
sacrificaron por criarme bien y ayudarme en todo. Venía con un corazón
sinceramente arrepentido, pero ya era tarde. Trate desde entonces de acompañar
a mamá con su enfermedad; como mis
hermanos ya están casados en otras viviendas y proyectando con sus hijos, trate de hacerme
cargo y comprar todos los remedios y necesidades que mamá tuviera.
A medida que pasan los días desde
entonces solo siento un vacío, porque todas las palabras contrarias a lo que
sentía fueron las que le exprese toda mi vida y en sus últimos días. El dolor
que causa perder a un ser querido, no se compara con perderlo sin haberle dado
el valor y gratitud merecida, siempre nos quejamos hasta de lo bueno que nos
dan las personas, nos cegamos con lo que vendrá sin apreciar lo que ya tenemos.
-¿Pero ahora vos como te sentís que
estas con tu mamá?- le dije. – porque perdiste a uno pero creo que donde sea
que este sabe que estás arrepentida y se siente orgulloso de que defiendas tus
ideales, a veces hay que pensar más en los demás para no dejar de tener mirada crítica
en la vida, sino estarías como ahora o peor; porque se vive de los errores y
como buenos humanos estamos llenos de ellos y en si en eso si somos inmortales-.
-mira- le dije- ¿vos cuando sentís
felicidad en tu corazón?
-La verdad- me dijo- creo que la felicidad
estaba cuando tenía 8 años y papá venia del trabajo lleno de dulces y mi madre
lo retaba sonriendo, luego comíamos en familia y él me leía hasta dormirme. Después
creo que olvide lo que era la simple felicidad y empecé a buscar la estándar,
la impuesta y hasta ahora solo me acumulo dolores y desilusiones-.
-Es increíble cómo cambian las
prioridades en la vida, a veces de un dolor sacamos provecho para aprender y
muchas veces le damos vueltas a lo mismo y no resolvemos nada; tenías razón la queja de la humanidad sí es
inmortal- dijo con una leve sonrisa.
Desde entonces creo que a Paula le
sirvió nuestra charla y vive más tranquila porque en resumen sólo se debe mirar
atrás para aprender una lección, para notar que pasamos por momentos peores y
salimos adelante; pero nunca por remordimiento ni por darle vueltas a las
heridas de ese pasado, vivir de víctimas no hace la diferencia sólo nos ciega y
nos ayuda a estancarnos en una miseria diaria.
Era Domingo y veo a Carlos Sáenz una persona poco agradable abogado y
estafador de primera, con sus 30 años iba por la vida viendo las injusticias y
realizando injusticias; su padre al contrario era una persona tan serena y
respetable, jamás dudaba en darle unos pancitos y un plato de sopa a cualquier
niño, adulto o anciano que se cruzara en su camino, de esas personas que no se
conforman con su estabilidad sino que quieren una vida estable y amorosa para
cada ser viviente... En fin este hombre Carlos no era para nada como su padre,
vivía de hacer malos tratos con la burguesía y de venderse en cuerpo y alma,
vendería a su padre si le ofrecieran una buena cantidad. Ese domingo iba camino
a mi trabajo cuando para mi sorpresa
este mismo me saluda. –Hola Damián- me dijo. A lo que respondí con un simple
hola ya que no me agradaba ni verlo y mucho menos hablarle.
-Sabes hace un tiempo que mi viejo me
anda preguntando por vos-continuó.
-¿Así? ¿Cómo anda él?- Pregunte al sentir interés en saber que era de la vida
del querido Don Antonio.
- Y mira con un poco de dolor muscular y
quejoso como todo viejo...algún día a nosotros nos tocará vivir así, por ahora
no me quejo-Agregó.
-Ah y ¿por qué te preguntaba por mi te
dijo?
-La verdad no, sólo me dijo que
necesitaba verte y hablar, yo pensé “habla conmigo” pero dijo que no sea celoso
y siga con mi trabajo, lo único que debía hacer era comunicarte eso y por
suerte hoy te cruce; el destino será…..si es que crees en eso- dijo sonriendo.
Esa misma tarde pase por la casa de Don
Antonio al menos este horrendo y ambicioso hijo de él me notifico que su padre
quería verme, toque el timbre y el mismo Don Antonio me recibió con un abrazo
sentido de parte de ambos.
-¡Vos sí que sos buen muchacho!- me
dijo.
Sonreí y le pregunte como estaba y de
que íbamos a hablar…
-Mira, Carlos en el fondo es bueno pero
yo sé lo que todo el barrio piensa y me preocupa hacia dónde va su vida. Sé que
vos no te relacionas con él pero le hacen falta personas como vos alrededor;
desde que perdió a su mamá enfoco su carrera hacia un lado desviado porque sé
que se encuentra en realidad perdido, solitario y con miedos… yo quiero por el
respeto y afecto que sentís por mí, que lo ayudes a mostrar lo bueno que le
queda o a que no se termine de consumir su lado humano de sensibilidad y respeto
por los demás y por el mismo, así como lo ves con la mala vida que está
llevando aún me trata como un rey y quisiera que nadie piense en hacerle daño
porque tiene broncas encima que apenas yo no esté me lo van a destrozar. Por
eso, vos Damiancito tan joven y tan
bueno quisiera que lo orientes, no seas obvio gánate su amistad y vas a verlo
como yo; él ya está grandecito pero a esa edad las personas no escuchan a sus
padres se dejan llevar por la opinión de cualquier desconocido, la palabra
santa esta en los demás para sus decisiones. Y sé que vos hablas desde el alma
y aunque seas joven tus padres te enseñaron a ser una persona madura y sabia.
-Mire Don Antonio yo hasta el día de hoy
no había hablado con su hijo y sólo lo escuche por nombrarlo a usted, pero al
ver su preocupación y escuchar lo que me dijo entiendo un poco la situación de
su hijo y creo que podré acercarme a él está vez sin juzgarlo; no le prometo
que me escuche pero entiendo que no pierdo nada con intentarlo y lo que
significa para usted.
Habrán pasado dos horas que seguimos
hablando y llega Carlos, me quede para mi sorpresa a cenar con ellos y hable
fluidamente con él mismo; arreglamos para el viaje de camino al laburo y me
sentí cómodo viendo que la cara de Don Antonio brillaba con esa sensación de “hice
lo correcto y todo irá bien” y que Carlos dejaba de ser ese malicioso hombre
dispuesto a todo y pasaba a ser un simple humano con errores y sufrimiento.
Al otro día según lo acordado viajamos juntos Carlos y yo, en
ese momento ya mi visión de él estaba cambiada pero él mismo me miraba y
hablaba también de otra manera; había confianza y la malicia de este desdichado
hombre ya no parecía encontrarse en sus ojos.
Al pasar las semanas nos veíamos y
hablábamos seguido, a veces cenábamos los dos junto a Don Antonio y nos reíamos
conversando; algunos días Carlos se iba antes para ver “asuntos laborales” pero
su padre y yo sabíamos lo que eso significaba: PROBLEMAS.
Un día viajando juntos quise cumplir con
mi objetivo y le hable sobre lo bueno
que era armando proyectos y que debería dedicarse más a eso dejando el lado oscuro de su laburo, primero se enojó un
poco y se alejó con euforia sin hablarme en todo el viaje; al otro día ya más
calmado me saludo y me explico cómo se sentía:
-Yo sé que no me manejo muy bien
últimamente pero perder a mamá me desbasto y la verdad ahora no sé cómo
manejarlo, la justicia para mí era la perfección de corregir errores, ayudar a
quienes no tienen nada o a quienes fueron engañados en sus laburos, etc. – me
decía Carlos.
-Perdí la pasión y el buen juicio de lo
que hacía, es fácil olvidarse del objetivo que uno tiene buscando lo que ama al
perder a los seres que nos dan algo incluso más allá del amor; ver como alguien
se está derrumbando delante de tus ojos y no poder hacer nada para que mejore.
Creo que me enoje con la vida y deje que mi esencia se manchara y cuando eso pasa
todo se torna oscuro y sin paz, solo me acostumbre a dejar de intentar algo más
y sólo me estanque en la codicia que te vuelve un ser miserable.
-sabes Carlos yo hable con tu viejo y el
entiende cómo te sentís y sabe la persona que sos, pero tiene miedo de tu
futuro por lo mismo que vos me dijiste, yo sin mentirte al principio sin
conocerte te juzgaba pero ahora entiendo que más que nada te perdiste….pero
podes volver a lo de antes; siempre hay tiempo de remediar los errores, la gente
no lo hace por capricho, orgullo y vanagloria. Yo –continúe diciéndole -te voy a
ayudar , apoyándote porque tenés que saber que no estás solo, y que tu viejo te
ama y necesita verte siendo feliz.
Ambos seguimos reflexionando sobre los
dolores espirituales y acongojantes de alejarse de uno mismo, fue un proceso
largo pero Carlos empezó a buscar el cambio, ya no se conformaba con trabajar
por dinero solamente, sino que buscaba la estabilidad de cada persona que
encontraba con alguna injusticia. Todos en el barrio notaron que él ya no se
interesaba solo por su bienestar sino que escuchaba y entendía las necesidades
ajenas.
Muchas veces al sufrir pérdidas valiosas
como la de un familiar solo nos deja el desconsuelo de nuestras almas y
entonces nos perdemos y empezamos a seguir el ritmo del mundo acallando nuestro
sentir interno, por eso ante una lamentación solo vívela porque es más fácil
perderse a uno mismo que confrontar lo que nos toca. Cada día no debería ser
una lucha; sino un sentir, un agradecer,
amar y valorar porque el vacío no debe superarnos ya que somos más que eso:
seres con capacidades de vivir, elegir, buscar y soñar pero no vivamos solo de
sueños, busquemos que cada pequeño sueño mejore nuestra realidad para aliviar
las cargas de un mundo lleno de oscuridad por nuestro bien y el de los demás
que a veces necesitan mucho más de lo expresan.
Un domingo 2 de febrero íbamos mi primo Juan, mi mejor amigo Ernesto y yo
para la provincia de La Pampa a visitar a unos familiares de Ernesto arias “el
naripa”; Juan siempre el más carilindo y vagoneta, estatura media, ojos grises,
robusto y con un cuerpo de lujo según las chicas del barrio. Por el contrario
Ernesto era bajito ojos verdes y el más simpático según las mismas chicas,
salimos temprano desde Buenos Aires para ir al casamiento de la hermana del
naripa: María Laura.
Cuando faltaba poco para llegar a
destino vemos que un hombre ya entrado en años estaba en medio de la carretera
tirado, nos acercamos y le ofrecimos agua, vimos que tenía las manos lastimadas
y las alpargatas ya desechas mostraban sus pies ampollados, lo ayudamos a
levantarse y lo llevamos con nosotros, le preguntamos su nombre y nada
respondía; le ofrecimos un poco de nuestra comida y en menos de 5 minutos
termino todo. Anonadados por este hombre tan maltratado y dañado al parecer no sólo
física sino emocionalmente decidimos llevarlo con nosotros, como íbamos a un
casamiento pasamos por unas tienditas para vestirlo apropiadamente y por la
barbería, al llegar pasamos por la casa de María Laura para que este hombre se
bañará y para curarles sus pies y manos, lo calzamos y se probó lo que le
compramos todo aún con esa mirada de desconfianza y miedo. Al rato le dijimos
que íbamos a un casamiento y si tendríamos el agrado de que nos acompañara.
El hombre vacilo por un segundo y se
sentó, luego quedo mirándonos fijamente y al instante comenzó a llorar.
Nosotros nos miramos extrañados y nos acercamos a preguntarle que le pasaba y
consolarlo, el hombre comenzó a hablar tartamudeando y nos contó su historia:
-Me llamo Gregorio y tengo 74 años, se
preguntarán porque lloro y no les hable antes ¿Verdad?-Dijo con la voz
acongojada y siguió- Hace 5 años que
estoy en la calle, mis hijos están viviendo en Buenos Aires y les di todo para
que sean buenos tanto en lo profesional como en la vida, pero al parecer sólo
aprendieron lo primero, yo trabajaba en
obras pero debido a un accidente mis brazos quedaron mal así que el médico
me prohibió volver a hacer fuerza; por esta razón perdí mi única fuente de
trabajo pero igual estaba con las esperanzas intactas al ver que mis hijos ya
grandes iban saliendo adelante.
Nosotros los dos viejitos vivíamos acá en La Pampa; mi teresita ya
tenía 70 y un maldito cáncer que me la llevo; ahí comenzó mi desdicha, mis hijos
luego de la pérdida de su madre venían a verme solo en las navidades o pascuas
hasta que un día ya no recibía ni un llamado de parte de mis nietos y mucho
menos una visita. La casa estaba hipotecada y yo no tenía forma de traer plata
por mí mismo debido a mi reuma, sumado a la depresión de que a mis hijos no les
importará mi porvenir; el banco me quito la casa y para comer tuve que vender
los pocos bienes materiales que tenía, quede absolutamente sin nada en la calle
y con mis pocas ganas de vivir debido a haberlo perdido todo- Nosotros escuchábamos atentos y con el corazón
entristecido por la historia del pobre Gregorio. Luego continuo- A veces alguna
buena alma me daba una fruta o unos pancitos y agua pero siempre eran pocos los
que me hablaban y algunos siquiera volteaban a mirarme, con los años mi
enfermedad empeoro y siempre me quedaba en las esquinas triste y viendo como
algunos hasta se burlaban de mi aspecto, hasta que ayer pensé en que Dios me
había abandonado y que mi infortunio era superior a mis fuerzas; entonces sentí que
no quería más la vida, que ese regalo precioso se había convertido en mi condena.
Así anduve caminando y caminando sin probar
bocado esperando que mis fuerzas se culminen y den fin a mi agonía,
justo cuando caigo y siento que iba a dejar la miseria y partir aparecen
ustedes y me dan lo que ya había olvidado: cariño, hospitalidad, amabilidad,
respeto y hasta dignidad porque la gente me despreciaba al tan solo verme y no
podía responderte al asombrarme de cómo me trataron y como Dios me salvo en el
momento en que caía abismalmente, pensaba como perdemos fuerzas y esperanzas a
través de las malas experiencias vividas y como todo se puede perder y
recuperar en un segundo- Nosotros lo mirábamos con ganas de abrazarlo al ver
como su rostro se había transformado y lloraba de alegría porque volvía a
vivir.
Muchas veces damos todo y al ver que los
demás no lo valoran nos perdemos a nosotros mismos y empezamos a caer hasta que
solos no podemos seguir, en ese momento pueden pasar dos cosas: o la vida te
ayuda con personas simples como le paso a Gregorio o uno mismo debe buscar el
dejar el pasado y valerse por sí mismo, porque si vivimos esperando la vuelta
de lo que era solo vivimos dentro de una condena que no nos permite avanzar, a
veces todo está en contra; pero uno debe conocerse y sacar fuerzas hasta de lo
invisible porque solo así somos capaces de grandes cosas sin ver cómo o de
donde vienen pero dejando que fluyan. El dolor debe durar hasta superarlo, pero
si vivimos fijos en la herida es poco probable que el universo gire a la vida
hacia algo mejor, porque sólo tenemos ojos para lo que está perdido y roto, viéndonos siempre así a pesar de que eso no sea cierto. Creemos lo peor porque
hoy en día es raro ver algo mejor o gente con verdadero interés en el otro.
Empecemos por nosotros, no como fin
egoísta sino para valernos en lo que somos gracias a lo que vivimos.
Camino a la plaza pensaba en como de
cierta forma las vidas de Paula, Carlos y Gregorio también cambiaron algo en
mí, todos vemos una sonrisa y creemos que se debe a felicidad…..vemos llanto y lo
asociamos a un mal día o angustia pasajera, nunca miramos más a fondo porque
eso implicaría ocuparnos (digo ocuparnos porque el preocuparse es solo un
engaño, un guiño a la sensatez para demostrar hipocresía en el interés por el
otro) entonces a diario nos agobiamos y olvidamos lo que es vivir y disfrutar
de nuestras fortunas y miserias, ya que de las bendiciones diarias viene algo
aún mejor y de lo peor de cada día aprendemos a mejorar y sanar; a veces ciegos
caminamos hacia ningún lado y así sólo retrocedemos yendo hacia la nada. Cada
vez más frágil nuestra alma fatigada por no saber vivir, no entiende la vida y
solo se encuentra presente por estar.
Volviendo a mis amigos sus vidas en
cierta forma tenían similitud (La pérdida y el desconcierto de no saber qué
hacer luego de esta misma) yo a Carlos lo veía como todos los demás,
juzgándolo sin conocer su historia.
Todos tenemos una muy interesante en la que somos los únicos protagonistas y
vemos como sigue perdiéndonos; elegimos y luego cambiamos algo o no, todo es un
simple sentir anhelando lo que somos y
lo que somos anhelando un simple sentir.
Si pusiéramos verdadero interés en hacer lo que sentimos todos seriamos
sinceros y rebosarían nuestros corazones de gratitud, porque hoy en día incluso
el sufrimiento no es cierto; vivimos desconfiando y en soledad aceptando el
egoísmo solo para que no cambie nada.
Excusas, perder el tiempo, maltratar,
maldecir, odiar, amar, temer….todo podemos pasarlo e ir tomando cosas de esto
mismo para formarnos desde lo que somos verdaderamente, dejar de actuar con
interés o sin interés y solamente dejarse llevar; ya que no existen buenos o
malos, todos somos un término medio de esto; a veces como ángeles damos lo
mejor y cómo demonios demostramos perspicacia en el rencor, orgullo, etcétera.
Pero no importa el motivo siempre estas dos actitudes estarán y dependerá de
nosotros ver cuando es el momento de que actué una o la otra solo para
descubrir quiénes somos realmente.
Hoy sólo otro día más, les comparto lo
que veo y como el dolor a veces puede dejarnos sin opciones, pero siempre en un
futuro cercano deberíamos poder aprender a dejar la autocompasión y falsedad, porque aunque no crean en la felicidad la vida puede ser una buena vida y el
mismo no conformarnos, dar un paso más ayudaría a reflexionar para luego actuar
a la par de lo que anhele nuestra alma solitaria cada segundo terrenal , para un
espíritu más vital y trasparente frente al destino, el olvido y el más allá.
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